El Valle del Almanzora es una comarca vertebrada por un río. Unido a la escasez de precipitaciones de la comarca , ha convertido el uso del agua en toda una cultura.
La ruta puede iniciarse en Alcóntar, localidad donde nace el río Almanzora, y donde hemos finalizado la ruta de los pueblos bañados por el mismo. Entre densas alamedas se empiezan a dejar ver los primeros torrentes de agua cristalina`y pura procedente de las cumbres de los Filabres. El río continúa su curso entre fértiles vegas. En esta zona los restos de varios molinos harineros que aprovechaban los saltos de agua para obtener la energía necesaria para moler el grano, junto a una tupida red de acequias para transportar el agua, dan fe de la importancia de este recurso entre los habitantes del Almanzora.
A unos tres kilómetros de Tíjola se encuentra la Balsa de Cela, a la que se accede siguiendo una carretera asfaltada. En la barriada del mismo nombre, una señal nos indica la presencia de la Balsa. El lugar es un nacimiento de agua natural cuyo caudal de 42 litros por segundo se lo reparten equitativamente los regantes de Tíjola y Lúcar. La balsa es un lugar de peregrinaje en verano de los bañistas que buscan aguas libres de cloro para paliar los sofocos del calor estival. El agua nace todo el año a una temperatura de entre 22 y 24 grados centígrados. De vuelta al río Almanzora llegamos a la barriada de la Estación.
Los densos bosques de las laderas de sierras como los Filabres, unido a la perpetuidad de las nieves en las cumbres la mayor parte del invierno, permiten a este río disponer de aportes hídricos más o menos abundantes. Vigor que va perdiendo a medida que se acerca a su desembocadura en Cuevas de Almanzora, localidad donde a finales del siglo XX se construyó una presa para aprovechar su agua para el regadío.
El recorrido podemos finalizarlo aquí, aunque en el resto de la comarca son numerosos los ejemplos de la cultura del agua, y de todas las obras realizadas por el hombre para su aprovechamiento.